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Yo pinté una vez primera
un garabato feliz,
y me fui a llorar apenas
vi aquello distinto a mi.
Por vez segunda pinté
un lago sobre aquel llanto,
y lo hice mar al querer
extinguirlo con mi canto.
Quise dejarlo ya quieto,
y lo até a un punto sobre él,
y pinté el sol, el silencio,
la nube, el atardecer
mi sombra y mi pensamiento,
y mi duda, y mi quehacer...
y al emborronarlo todo
de negro y de oscuridad,
pinté a Dios que simulaba,
mientras soñaba, pintar.
1986 © María Ángeles Fernández Jordán
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SER
Yo no se que es lo que pasa
en esta tarde de otoño,
luce el sol, se mueve el plomo
diseminado del viento,
y los árboles desarman
su soledad.
Caen las palmas
de sus manos resecadas
sobre la tierra: cimiento
de tanta raíz informe
de vegetal y cemento.
Faltan horas... Se verá
la Luna sobre los cielos,
como la diosa inmortal
de todos los que aman sueños.
Mas luce el sol, yo no se
ni siquiera lo que ocurre,
si es que ocurre, veo nacer
cada noche.
El mar me infunde
su ser, porque el agua es
la esencia de lo que vive.
Y yo vivo, lo que se,
es vivir y renacer,
y solo ser me hace libre.
Eso es ser, saber que eres
solo un segmento del tiempo,
un grano de arena inerme
y perdido en el desierto.
Un ala leve que al alba
avala al ave en su vuelo.
Un rayo de luz huido
entre las rejas de hierro.
Eso es ser: porción de trueno
que destrona la apatía
del silencio, del sosiego...
Pues ser es saber que muero
disfrutando la partida,
sin saber si existe un cielo,
y tan repleta de vida.
© María Ángeles Fernández Jordán, Octubre de 1993
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PRIMAVERA
Ya comenzó por hoy la primavera,
cayó la última hoja amarillenta,
y el cielo recobró su soñolienta
espera.
Por un principio indefinido ahora
ya comenzó de nuevo.
La primera vez que hubo en el mundo primavera,
desde mi inexistencia yo sentía
renacer en las flores la gran fiesta
que asistía a todo el mundo.
Yo era la Cenicienta
desde mi deficiente ser de Nada.
Recuerdo, vestirse todo el orbe
de hojas coloreadas,
de luz y de sentido,
de risa y de palabra,
en ese mundo largo que era todo
en frente de mi mundo de nonada.
Yo miraba el lugar inalcanzable
desde mis ojos huecos lo sentía,
desde mi piel de tierra lo adoraba,
mas yo era espectadora del Dios vivo,
ajeno de ese ser que tanto amaba.
Pasaron primaveras en milenios
y yo permanecí siempre en el viento
sobre una nube holgada, enternecida,
contemplándolo todo en el silencio.
Era siempre el invierno
el más eterno de mis tiempos.
Un día, no se que sucedió
parecí desmayarme
y comenzar un sueño:
vivía en el vientre de mi madre
que como un hada buena permitió
que asistiese a la fiesta con su sangre.
Inexplicablemente aparecí
en ese mundo largamente alegre
que yo miraba siempre desde mi.
Había nacido yo con ojos llenos,
con palabra, con risa, con amor,
con un llanto en las manos, con la pena
de haber dejado en parte de ser yo.
Había nacido yo, en el jardín
de tanta flor repleta de armonía.
Abrí los ojos en el mes de abril,
ojos de primavera renacida.
Mas no era para siempre,
yo era un ave de paso,
un clavel sonriente
que luego se marchita en hondo lago.
Pues yo era parte de la primavera.
Soy parte de los cantos que la esperan.
Cuando deje de estar aquí estaré
de nuevo en esa nube de azabache,
contemplándote siempre desde cerca
mas sin manos para poder tocarte.
Igual que antes veré
vestirse todo el orbe
desde mis ojos huecos sin mirar
veré la fiesta enorme...
Mas no temas por mí yo me hallaré
en el cráter de Luna más cercano,
contemplándote siempre esperaré
en mi invierno de cenizosas manos.
Cuando suene la última campanada
y todo el sueño se haya desvanecido
dejándome el amor desperdigado,
él llorará por mí, y me habré ido,
con los ojos abiertos, recordando.
Marzo de 1986.© María Ángeles Fernández Jordán
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ROMANCE DEL HOMBRE
El hombre escribe un romance
sobre su mente, en La Tierra,
y deja en la Historia huella
de lo que el romance es:
Romance del hombre solo
que llegó a cruzar el mar
a nado, y cuando lo hubo cruzado
dijo no saber nadar.
Romance de la sirena,
posada siempre en la piedra,
que tenía miedo a volar,
y lo que más anhelaba
del cielo, eran unas alas
para nadar en el mar.
Y el romance de la rosa
que quiso ser mariposa,
para posarse en las hojas
tan bellas de su rosal.
Y el romancero del llanto
del que susurra el encanto
del amor que se le va,
y teniéndolo él asido,
en el corazón prendido
se quita de sí ese nido
para tener que llorar...
Romance de la belleza,
destruida pieza a pieza,
para volverla a crear.
Octubre de 1993.© María Ángeles Fernández Jordán
OPRESIÓN SILENCIADA
Una letra ve pasar
letras y letras cansadas,
letras que forman mil nombres
y afirmaciones negadas.
Una frase ve pasar
por mi mente solitaria,
letras que pasan y van
a formar una palabra.
y esa frase ya tan vieja,
tan vilmente desechada,
desterrada entre la idea
ideada por el alma,
va, se para, se interrumpe,
se construye y se compara,
y se vuelve a destruir
solitaria, inacabada.
Y nadie me da respuestas.
Son tormentas de palabras,
letras que pasan, que van
por mi mente fracturada.
Y nunca nadie contesta
si vio nacer de las almas
la palabra libertad,
en mentes esclavizadas.
Si alguien se llegase a mí
y dijese: "¿dónde andas?,
transige con el sentir,
y oponte a lo que sea nada",
tal vez la frase de mi
acongojada garganta,
brotase así, a borbotones,
ideas sin palabras falsas.
Ideas que no tienen nombre,
frases inarticuladas,
silencios formando ruidos,
palabras sordas, palabras...
Junio de 1982.
© MaríaÁngelesFernández Jordán
PALABRA
¿Sobre que quieres que escriba
si estoy sentada en la celda
monótona de mi vida?
Puedo contar los luceros
que inauguran en la noche
de la oscuridad, un sueño,
cogerlos si quieres, puedo,
prolongar mis cortos brazos
y bajarlos hasta el suelo.
Puedo si quieres pegarlos
como cromos en mi álbum,
si se repiten cambiarlos
o de nuevo trasladarlos,
pero escribir sobre nada...
¿sobre qué quieres que escriba
si estoy sentada en la celda
monótona de mi vida?,
escribir si quieres, puedo,
un poquito de Universo,
y destilar una esencia
de nada en mi pensamiento,
pero escribir yo no quiero
sobre la nada baldía,
sobre la nada que encuentro
en cada espacio de Vida.
En cada vuelta va un día,
te vas llenando de nada,
de recuerdos, de mentiras,
de imágenes imborradas,
y después te desvaneces
como una pompa de nada,
y la nada inunda el aire,
los mares y las palabras.
¿Escribir sin la palabra?
Se haya presa en el infierno
debo de allí secuestrarla,
pero estoy en esta celda
de rejas inmateriadas,
de un puño se escurre el aire,
de otro se me escurre el agua,
y se quedan los dos puños,
ambos sujetos de nada,
mientras la palabra sigue
en el infierno encerrada.
La palabra son las voces
que suenan desde la vida,
la palabra es el sonido
de realidad desmedida.
Y debo escribir, si puedo
apenas sin la palabra,
para borrar los infiernos
en que se encuentra encerrada,
y debo vivir si puedo
emerger desde la nada,
como un fénix o ave herida
y siempre resucitada.
La palabra no es mentira
o grita, o calla y perece
cuando se encuentra cautiva,
pero nunca resplandece
entre cadenas y espinas,
entre barrotes y heces.
Y debo serrar las rejas
de celdas y de murallas
donde se encuentra cautiva
con las mentes, apresada.
Octubre de 1992.© María Ángeles Fernández Jordán
Poema publicado en la Revista del Grupo Literario Encuentors
Nueva Época, Nº 8,
segundo semestre de 2011, página 17:
https://es.scribd.com/doc/75105332/Revista-Encuentros-Nueva-Epoca-N%C2%BA8-2%C2%BA-semestre-2011
DIMENSIONES
Es el amor más grande
que el círculo del mundo,
que el mar cuando iracundo
levanta tempestades.
Es el amor más grande
que tu ombligo y el mío,
que el Universo hundido
en las profundidades.
Porque amor es el hilo
hilvanado en la vida,
carece de bolsillos
de sillones y sillas.
Porque amor es la letra
penetrada con beso,
ni dice son lentejas,
ni castiga con eso.
Porque es la libertad
amante y libertaria,
anarco sensitiva,
social y solidaria.
Es palabra encendida
en todas las empresas,
en que todos deciden
con qué letras se fresa.
Y no tiene dominio,
ni ejerce la amenaza,
su poder es el brazo
que con calor abraza,
que a veces se reposa,
y a veces se levanta,
con fuerza de Universo
las cadenas desata.
Y nos liberaremos
con el amor en mano,
con el amor en frente,
con el amor en labio.
Y nos libertaremos
de la lucha infortuna,
de pisar a tu hermano
para cavar tu tumba.
Con almas concurridas,
con el amor sencillo,
de todos los humildes,
y todos los sencillos.
Marzo de 2000 © María Ángeles Fernández Jordán
(Campos después de la siega en Madrid, España)